Corría el año 1964 y Fernando Fernán Gómez (El mundo sigue, 1963) se volvía a plantar tras las cámaras ejerciendo como director para brindar al mundo una comedia negra con mucha miga que flirteaba con el Cine Negro y con ciertos aires Hitchcockianos.
Actualmente esta película está considerada toda una obra de culto pese a que en su día no obtuvo el apoyo del público siendo tan solamente arropada por la crítica profesional.
Desde el manejo de cámara, pasando por la dirección, la planificación de escenas, una magistral dirección y un contundente guión hasta unas fantásticas interpretaciones por parte de Jesús Franco (Al otro lado del espejo, 1973) y Rafaela Aparicio (Los caballeros del botón de ancla, 1974) esta es toda una película digna de estudio.
Toda la historia se desenvuelve en un ámbito rural de manera que son muchos los personajes que forman parte de la acción, todos bien desarrollados, mostrados y con un gran punto de complicidad entre ellos, pues todos se conocen, todos son vecinos, todos los saben todo de todos, todos conocen hábitos y costumbres de la gente del lugar.
Un producto muy muy completo, peculiar, distinto, engancha de principio a fin y deja la genial sensación de haber disfrutado de una obra maestra Española.
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